24/2/12

QUIOSCO ABOVEDADO EN LA SEMANA DE LA C IENCIA 2011 [por Enrique Rabasa]

 























El Taller de Cantería ha levantado una pequeña construcción en piedra de sillería, un quiosco abovedado, en el que han colaborado muchos estudiantes que han pasado por el Taller en los últimos cinco años. Consta de más de 250 piezas de piedra, talladas manualmente por los estudiantes y colocadas siguiendo las técnicas tradicionales, con morteros de cal o mixtos, sin otra ayuda que un polipasto. En las piezas figura la marca de cantero que permitiría reconocer a su autor.

En él se ha buscado simplemente reunir diferentes tipos de problema de talla y colocación, y a grandes rasgos consta de una bóveda de dos hojas sobre un muro no muy grueso con contrafuertes interiores (sobre los que se alojarán baldas), y salientes exteriores a modo de almohadillado.
Algunas piezas eran formalmente complejas, y en todo caso el estudiante comenzaba por dibujar las proyecciones de la que le había correspondido, para definirla, entenderla y evitar confusiones.

Han sido empleados varios tipos de piedra, siempre proporcionada por la empresa Levantina Natural Stone. Sobre una cimentación de hormigón en masa, el basamento es de grandes piezas de granito que casi no fueron modificadas en sus dimensiones. Para moverlas y asentarlas hemos contado con la colaboración del cantero D. César Cabeza, trabajador del Palacio Real, quien nos enseñó los movimientos y nos habló del vocabulario que les acompaña.

Las nueve hiladas que conforman el muro y los contrafuertes son de piedra de Novelda, una calcarenita, la misma que cubre la fachada de la Escuela, fácil de tallar. La bóveda, en sus dos hojas, de la piedra caliza denominada comercialmente Niwala, también de Novelda. Están rodeadas por un friso de piedra caliza dura de Cabra (Córdoba), sobre el que prevemos alguna talla decorativa a realizar in situ. Cuando, como sucedía con frecuencia, los sillares debían presentar caras planas, se aprovechaban los cortes de sierra con los que llegaban al Taller, y se tallaba lo necesario para darle la forma, trabajo que para un cantero podría suponer una o dos jornadas, pero que para los alumnos podía representar mucho más tiempo.

El trabajo, realizado con la supervisión de Enrique Rabasa, ha sido posible gracias al esfuerzo continuado del responsable técnico del Taller, D. Miguel Sobrino. Es imposible citar a los cientos de estudiantes que han participado de una manera o de otra. Los cursos se han desarrollado en los periodos de dirección de la Escuela de D. Juan Miguel Hernández León y D. Luis Maldonado, quienes han ofrecido siempre toda su colaboración. 

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